Hoy quiero contarles sobre uno de los viajes que más he disfrutado en 2023: mi fin de semana en Buenos Aires. Como saben, me encanta viajar y descubrir nuevos lugares, y esta vez tuve la oportunidad de explorar algunos sitios increíbles de la capital argentina. Además, me acompañó mi gran amigo Bruno, lo que hizo que el viaje fuera aún más especial. ¡Acompáñenme a revivir esta aventura!
Sábado: naturaleza, ciencia y paseo por la ciudad
La jornada del sábado comenzó en el Jardín Botánico Carlos Thays. Este lugar es como un oasis verde en medio de la ciudad. Mientras caminábamos por sus senderos, descubrimos colecciones de plantas de todo el mundo, incluyendo un rincón dedicado a la flora autóctona argentina. Lo más divertido fue explorar sus invernaderos llenos de plantas tropicales y tomar fotos con estatuas escondidas entre los jardines. Bruno y yo jugamos a adivinar de qué parte del mundo era cada planta. Recuerdo que Bruno se emocionó al ver una mariposa posarse en una hoja, y eso nos llevó a leer sobre su ciclo de vida en una de las estaciones interactivas del lugar.
De ahí, nos dirigimos al Planetario Galileo Galilei, uno de los lugares que más esperaba visitar. Desde que llegamos, su forma de esfera futurista me impactó. Entrar fue como un viaje al espacio. Pudimos asistir a una proyección que explicaba las constelaciones visibles desde el hemisferio sur, y hasta aprendimos sobre la Vía Láctea y los agujeros negros. Fue increíble imaginarme viajando entre las estrellas, y Bruno no paraba de hacer preguntas sobre los planetas. Antes de irnos, compramos helados en el parque de afuera y nos sentamos junto a la laguna, hablando sobre cómo sería vivir en Marte.
Luego hicimos una parada en la icónica Floralis Genérica, una escultura gigante de una flor que se abre y cierra según la hora del día. Paseamos alrededor y disfrutamos de la brisa en los jardines que rodean este monumento. Era como estar en un cuadro, con la ciudad al fondo y la flor reflejando el sol. Bruno decía que la flor parecía un robot gigante listo para despegar. Mientras caminábamos, encontramos una banda tocando música al aire libre y nos quedamos un rato disfrutando del ambiente.
Por la tarde, terminamos el día en el Museo Participativo de Ciencias (“Prohibido No Tocar”). Este museo es perfecto para chicos como yo que aman experimentar. Aquí, todo está diseñado para que aprendas tocando. Jugamos con ilusiones ópticas, experimentos de física y hasta una máquina que mostraba cómo funciona el sonido. Me sentí como un científico por un día, y Bruno dijo que ahora entendía cómo se creaban las olas en el agua. Uno de los momentos más graciosos fue cuando tratamos de hablar a través de un tubo gigante y nuestras voces salían distorsionadas.
Domingo: la guinda del pastel
El domingo fue el gran final de mi viaje, y terminamos con broche de oro en el Museo de los Niños en el Abasto Shopping. Este lugar es como una pequeña ciudad donde los niños podemos jugar a ser grandes. Había una estación de tren, un supermercado, una pizzería y hasta un canal de televisión donde podías ser presentador. Me encantó “trabajar” como piloto de avión en un simulador y aprender cómo funciona un aeropuerto. Bruno decidió ser reportero y hasta “cubrió” una noticia desde el canal de TV. Fue tan divertido que no quería irme.
Uno de los momentos más emocionantes fue cuando Bruno y yo jugamos a ser cajeros en un supermercado. Él insistía en cobrarme más “porque las ofertas se habían acabado”, y terminamos riendo tanto que casi tiramos un paquete de galletas. También tocamos instrumentos en un escenario y actuamos como si fuéramos una banda famosa. Al final del día, pasamos por el área de granja, donde nos tomamos fotos divertidas simulando ser granjeros.
Este fin de semana en Buenos Aires fue una mezcla perfecta de aprendizaje, naturaleza y diversión. Cada lugar que visitamos tuvo algo especial para ofrecer y nos enseñó algo nuevo. Viajar con Bruno también hizo que todo fuera más divertido, porque siempre tenía algún comentario gracioso o una idea para hacer cada momento inolvidable.
Uno de los aprendizajes más importantes que me llevé fue cómo la ciencia, la naturaleza y la creatividad pueden inspirarnos a soñar más allá de lo que vemos todos los días. Además, compartirlo con un amigo tan curioso como Bruno lo hizo aún mejor.
Si algún día tienen la oportunidad de visitar Buenos Aires, les recomiendo mucho estos sitios. Estoy seguro de que, al igual que yo, se llevarán recuerdos inolvidables.
¡Gracias por leer mi aventura! Hasta la próxima.